A mi hija
Eva María del Pozo Quintana
Un cascabel de dulce sintonía,
repica con tu voz, cada
mañana,
y un haz de luz, entró por mi ventana
una tarde de invierno,
que nacía!
¡Ser de mi propio ser!...ya te quería
antes de ser mi vientre
tu fontana.
Son tus ojos de miel y
mejorana
y tu
rostro la faz del alma mía.
Ya florece tu piel de
porcelana,
y tu dulce
sonrisa se infinita
en tus
cándidos labios de manzana.
El Destino, tu mano
solicita,
para trenzar tu vida en filigrana.
¡Empieza a deshojar tu
margarita!
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