"Y TE SOÑÉ....DE ALAMARES" (Se lo regalé a mi esposo, gran aficionado a la fiesta taurina)

Y te soñé…de alamares.

Y en el seno de la noche,

era mi soñar…¡Tu sueño!.

Y viví  un ruedo amarillo,

robando al sol su reflejo;

ausente de graderíos;

jugando al  "Ser" el “Nosiendo”.

Un galope en mi garganta:

-de mi corazón, latiendo-

y un rejón preñó de espinas

la tersura de mi lecho.

Y te miré –tallo grana-

plantado en mitad del miedo,

turbándolo, con la fuerza

de tu corazón torero.

Se arrastran las zapatillas,

ganando, firmes, terreno.

El viento sopla, por notas

de un pasodoble torero. 

Y, de azabache, la bestia

-aceptando, airada, el duelo-

embiste, al fin, tu capote,

entrando al engaño experto.

Y se revuelve, bufando.

 En reiterados intentos

va retando su bravura

la gallardía de tus gestos.

Verónicas, molinetes…

Y yo envidio, en mis adentros,

la chicuelína atrevida

que se abrazaba a tu cuerpo.

Y me miraste, un instante.

En tus manos, el acero.

Me lanzaste tu montera,

que se cruzó con mi beso.

Contuve el aliento. Angustia.

Huyó el alma de mi cuerpo

y se colocó ante el tuyo.

Culminaba el rito ancestro. 

Y cuando- herida de muerte-

bufó la fiera un lamento,

yo lenvanté la mirada,

para dar gracias al cielo.

Y te soñé, de alamares.

Y en el seno de la noche,

era mi soñar…¡tu sueño!.

 

RESPIRO PRIMAVERA(el Romeo infiel es el Instante, el tiempo)

Se derrite la escarcha. Nunca el viento

trajo en su soplo tanta primavera.

Un lirio mira al sol, por vez primera.

Una ribera vive su momento.

¿Quién, de esta obra, puso su cimiento?

¿Quién de nosotros -piel y calavera

apenas, en el tiempo, una quimera

de efímero perfume ceniciento-?

Respiro primavera, y me recreo;

acaricio la faz de cada Instante,

como el don más preciado que poseo.

Alejo el pensamiento lacerante,

de que este idolatrado y cruel Romeo,

fue siempre, del  mortal, infiel amante.

¡CRISTO TUVO "SED"! . Con todo mi amor...a ese Jesús en cuya fe vivo.

Dos palabras: “¡Tengo sed!”.

El cielo guardó silencio.

La tarde tembló, en su intento

de perderse en el ayer.

“¡Tengo sed!”. Desde el madero.

Desde la lenta agonía.

Desde la humilde osadía

de ser Divino Cordero.

 “¡Tengo sed!”. ¿Eran tus labios

los que esperaban, sedientos?

¿O era sed de fundamentos,

justificando el calvario?

¿Dónde estaba tu mirada

cuando anunciabas tu anhelo?

¿Dónde, escondido, el consuelo

que tu alma reclamaba?

Vinagre, hiel.¡Vil ofrenda

fue elevada hasta tu boca!

Pero otra amargura…¡otra!,

latía en la sed de tus venas.

¿Dónde estaban los amigos?

¿Dónde, quienes, como hermanos,

aceptaron, de tus manos,

compartir el pan y el vino?

¿Dónde, la Fe de los hombres?

¿Dónde, el amor del Humano?

¿Dónde, extendidas, las manos

que imploraban redentores?

Y la tierra, gota a gota,

sorbió tu Sangre Divina.

Sollozaron las espinas,

María, los grillos, la rocas…

“¡Tengo sed!”.¡TUVO SED CRISTO,

MIENTRAS LLENÓ NUESTRA COPA”!